lunes, 29 de febrero de 2016

Dark Water. Koji Suzuki



     "Cada vez que su hijo venía con su familia desde Tokio a visitarla, Kayo sacaba a su nieta Yüko a dar un paseo por la mañana temprano. Siempre se dirigía al cabo Kannon, ubicado en el extremo oriental de la península de Miura. La distancia de tres kilómetros hasta el cabo era la justa para un buen paseo."

     Hace tiempo vi una película de terror titulada Dark Water. No diré que fuera muy original en su argumento, pero me pareció muy efectiva en sus formas. Por eso, y tras haber leído The Ring del mismo autor, no pude resistirme a traer este libro. Hoy traigo a mi estantería virtual, Dark Water.

     Dark Water es una antología de relatos de terror en la que se incluye el que da título a la película que os comentaba, y que coincide con el del volumen. En ellos encontramos una muestra perfecta del terror oriental, mucho menos sanguinario de lo que uno puede esperar en este tipo de libros.
     Partiendo de situaciones normales, o cuanto menos de personas normales, Suzuki da paso a una sensación de desasosiego creciente en el lector al unir todos sus cuentos con el denominador acuático común. Nos encontraremos con barcos a la deriva y muertos que atormentan, niños ahogados, travesías de pesadilla y fenómenos inexplicables. Y agua. Mucho, mucho agua. Aguas estancadas, contaminadas, salvajes, aguas oscuras y frías, espectrales, malolientes o aguas vivas: aguas del grifo, de lluvia, en mares... terror líquido dirá el autor en un momento determinado. Y para cuando lo dice, lo entendemos perfectamente, porque hemos sido espectadores de lo que puede suceder. No en vano, casi todos hemos pensado alguna vez al ver una noticia o película, en la angustia que ha de suponer morir ahogado en un mar inmenso.

     Con la aparición de la película The Ring, el terror oriental se puso ligeramente de moda, de una forma un tanto efímera que pasó al cabo de unos meses. En el caso de la literatura, sigue siendo un gran desconocido. Hay muchos escritores orientales que se van colando en las librerías con sus prosas líricas, casi preciosistas y sus argumentos pausados. Pero en el caso de la literatura de género parece costar un poco más que se hagan un hueco. Personalmente me gusta ir conociendo cada género, probar un poco con éste o aquel nombre para comparar en formas y tramas. Por eso me acerqué a sus letras.El resultado es satisfactorio, la narración se antoja más moderna que en otros géneros y, como siempre que leemos sobre cotidianidad, nos va dejando pinceladas de la vida diaria de una cultura tan diferente a la nuestra como desconocida. Además, y por ser relatos, es fácil combinarlo con cualquier otro libro.

     Me ha gustado, y me gusta además la arriesgada apuesta literaria de esta editorial.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias

jueves, 25 de febrero de 2016

La Reina de las Nieves. Michael Cunningham


     "A Barrett Meeks se le apareció una luz celestial sobre Central Park, cuatro días después de que, una vez más, hubiese salido malparado de sus amores. No era, ni mucho menos, la primera vez que le daban la patada, pero sí la primera que se lo comunicaban con un mensaje de texto de cinco líneas, cuya quinta frase era un deseo formal y demoledor de buena suerte para el futuro, seguido de tres xxx minúsculas."

    No sabría decir si fue la ilustración de la cubierta o la más que clara alusión a uno de mis cuentos favoritos lo que me hizo fijarme en este título. Pero me fijé en él y me lo terminé por llevar a casa. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, La Reina de las Nieves.

     Conocemos a Barrett, un joven homosexual de mediana edad, exalumno de Yale que ha terminado siendo dependiente, cuando le deje su enésimo novio. Barrett camina por Central Park cuando una luz parece asomar del cielo y dirigirse a él, dejándolo perplejo, sin explicación posible. Conocemos también a su hermano Tyler, músico buscando una composición perfecta y ayudándose en las drogas para ello, y a su novia Beth, una mujer muy enferma. El grupo queda cerrado por otra mujer llamada Liz y el novio de ésta.

     Cuatro personajes principales y un puñado de años serán los usados por Cunningham en su última novela para darnos un retrato melancólico de quien aún conserva la esperanza por que suceda algo. Aunque ese algo sea una luz celeste que no tiene explicación para un agnóstico. O una canción perfecta buscada al amparo de las drogas, no por lo que provocan, sino casi como ritual. Y lo hace en una ciudad con nieve, con esa quietud silenciosa que parece acompañar al manto blanco que otorga algo de mágico al paisaje que decora. Sumemos a eso dos hermanos y una esquirla de nieve y ya tenemos más que justificado el título de la novela.

     Una novela que destaca sobre todo por su estilo y en la que el autor parece moverse alternando el campo secreto de cada personaje, sus misterios, su vida interior. La luz vista por Barret y cómo busca un significado para ella, el consumo de la también blanca como la nieve cocaína de su hermano, y Beth... A través de sus búsquedas, ya sea de amor o inspiración, de sus adicciones y secretos, el autor se abre para darnos una pequeña muestra de los deseos y problemas de la sociedad moderna ambientada con la Guerra de Irak de fondo. Personas normales, problemas normales, reflexiones... eso es lo que compone la novela de Cunningham. Y sin embargo podemos encontrarnos con ideas que nos dan para pensar deteniendo una lectura que mantiene un ritmo lento pero constante. Porque el autor ha concebido la historia para ser disfrutada y la estética es una de sus características más sobresalientes, el lirismo, el cuidado en la prosa... El buen hacer de quien sabe que escribe hermoso amparado en un cierto tono de melancolía.

     La Reina de las Nieves es una novela hermosa, desde el título hasta sus formas en la que avanzamos por la historia sin tener del todo claro cómo va a decidir el autor poner punto final. El resultado es una buena novela que se disfruta con un placer posiblemente efímero, pero así son a fin de cuentas la mayor parte de los placeres de la vida. Buscaré más obras de Cunningham, no os quepa duda.

     Y, debido al título de esta novela, hoy comenzaba hablando de cuentos y confesando cuál era mi cuento favorito, ese que uno recuerda cuando es ya adulto. Y vosotros, ¿recordáis cuál era vuestro cuento favorito?

     Gracias

   

martes, 23 de febrero de 2016

Como si no hubiera un mañana. Nieves Herrero


     "El cielo estaba gris, encapotado, y la mañana de aquella incipiente primavera de 1953 amenazaba lluvia. El calendario, aunque acababa de cambiar de estación, no había estrenado todavía los primeros rayos de sol. Parecía que el invierno no quería irse en aquellos primeros meses del año en los que todo invitaba a pensar que lo peor de la posguerra había pasado ya."

     Nieves Herrero fue de esos primeros periodistas mediáticos a los que todo el mundo era capaz de poner rostro. O, al menos, todos la identificaban como la chica rubia del programa de Jesús Hermida a quien dedica este último libro, muestra de la importancia que tuvo en su vida este hombre. Tras el éxito obtenido con Lo que escondían sus ojos, regresa a las librerías con el libro que hoy traigo a mi estantería virtual. Hoy traigo, Como si no hubiera un mañana.

     Ava Gardner aterriza en España tras el rodaje de Mogambo. Será en este viaje en el que conozca a Luis Miguel Dominguín un famoso torero del momento con el que tendrá una apasionada relación durante aproximadamente un par de años y que será, junto con el poso que les deja, el motivo del libro.

     Nieves Herrero habla de una relación que fue sonada en el momento, tanto por lo liberal en idas y venidas, más pasión que amor, como por las personas que estaban implicadas. En unos años en los que la guerra aún se recordaba con demasiada nitidez, dos figuras que eran, no ya de una clase social superior que vivía cómodamente, sino casi de otro planeta para la población más humilde, se enamoraron. Ava Gardner, el animal más bello del mundo, esposa de un matrimonio en vías de fracaso con Frank Sinatra, tercero en discordia del que Nieves no se olvida, diosa del celuloide que no olvida sus orígenes de campo y mujer acostumbrada ahora a obtener privilegios y ser admirada. Y Luis Miguel Dominguín, torero en tierra de toros y perteneciente a familia de toreros elevado a la categoría de ídolo y con un poder que le hacía meritorio de cuanto se le ocurriera, ya fuera material o carnal. Una mirada que confirma la atracción y el comienzo de una historia que será aprovechada por la autora para hablarnos de esa otra sociedad que vivía ajena a las penurias, que se mantenía en un círculo cerrado y por la que vemos pasar a personajes famosos y conocidos por todos. Nos abre una ventana a un mundo vetado para la inmensa mayoría de los españoles y nos muestra una instantánea de cómo se vivía en él. Una dictadura vista desde una selecta sociedad que puede sorprender a algunos por no estar acostumbrados a verla tratada en la literatura. Y el Madrid de la época.

     Al igual que en su anterior novela, Nieves convierte la historia en revista y mezcla ese periodismo meticuloso que siempre la caracterizó, con las sensaciones y descripciones de detalles que, a veces, pueden parecer propios de la prensa del corazón. No se deja caer en la tentación de convertir el libro en un folletín sobre un idilio, sino que aporta datos hasta rozar lo minucioso y dibuja a sus personajes de tal forma, que terminamos el libro creyendo haberlos conocido. La pasión por las estrellas de cine, el mundo del toreo, los círculos cerrados... nada escapa a la documentación que imagino interminable de la autora para que los lectores consigamos conocer perfectamente cada escena. Y todo ello lo completa con una serie de fotografías que se incluyen en la zona central del libro, completando así una edición francamente bonita y cuidada.

     Como si no hubiera un mañana, así ha de vivir un torero que se juega la vida, así se siente, así se ama, y así se titula el último libro de Nieves Herrero. Una novela perfecta para quienes disfrutan con este tipo de historias.

     Comentaba antes que su autora fue una figura mediática, periodista, muy conocida de la pequeña pantalla. Ahora parece que muchos son los que saltan de la pantalla a las páginas de los libros, y no añado aquí el término"periodistas", llenando las mesas de las librerías. Decidme, ¿vosotros juzgáis los libros de una forma diferente si sus autores pertenecen a este sector de estrellas mediatizadas?

     Gracias

lunes, 22 de febrero de 2016

Elvira. Rubén Angulo Alba


     "Abrí los ojos desmesuradamente.   
     Desorientación, la que sucede a una pesadilla retorcida.
     Dolor."

     Hace ya un tiempo que leí La escritura necesaria, del mismo autor, y percibí en ese libro un estilo depurado, contenido, propio de quien busca su camino entre sus propias obsesiones y placeres lectores. Me llamó poderosamente la atención y me dejó la curiosidad de seguir la pista de su autor. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Elvira.

     Un hombre cualquiera, protagonista de esta historia, se ve atrapado bajo unos palés tras la hora de salida de sus compañeros de trabajo. Está en una zona vacía, en un sótano de un psiquiátrico, y será su voz la que escuchemos mientras pasa el tiempo entre miedo, dolor e incertidumbre sobre si conseguirá salir de allí.

     Cada historia comienza y termina justo en el momento en que su autor lo decide. Eso es algo que he tenido siempre claro, aunque no haya estado de acuerdo en todas las ocasiones. En el caso de los libros breves, y Elvira apenas supera las cien páginas, este ejercicio ha de ser a la fuerza más complicado, por eso suelo fijarme precisamente en el movimiento que el autor pretende interpretar en sus letras, como si se tratara de música. Rubén elige un momento de dolor, incertidumbre y soledad para su protagonista. De algún modo lo abandona, dejándolo a merced del silencio y la angustia para aprovecharse de sus reflexiones, para desnudarlo. Y consigue de ese modo que su novela tenga tanto de intrigante como de privado, dejando al lector la tarea de rellenar los espacios vacíos con cuidado de no verse involucrado o, si acaso, de involucrarse por completo y dejarse llevar por las decisiones tomadas y el peso (curiosa ironía) que tuvieron en nuestras vidas.
     Su protagonista revive sus obsesiones, la relación con su jefa, Elvira, a la que culpa sin ver de su tremendo accidente, la mujer que le fascina y atemoriza, a la que cede y se enfrenta en un duelo permanente cuya única tregua parecía llegar en las horas de sexo. Y sin embargo Elvira es como un fantasma que sobrevuela la obra al que no vemos, pero que su protagonista no es capaz de dejar de nombrar. Es su obsesión y su tormento incluso en esos momentos, atrapado, o tal vez precisamente por eso. La calidad de un escrito se mide en las lecturas que se puedan hacer del mismo. En este caso me pregunto si todo lo que el protagonista relata, desde su parcialidad manifiesta, fue exactamente como lo relató. O si tal vez su situación no es más que una representación de cómo se sentía. Que hablemos también de los espacios asfixiantes que llenan vidas, de cómo su protagonista está atrapado dos veces, la física y la otra, la que tal vez pese más y que viene dada por la vida. Y en ese caso la narración se torna aún más intranquilizadora, y los abandonos son más profundos y las luchas son aún más cruentas. Y los daños... los daños son eso que nos va dejando la vida, a veces menos importantes de lo que creíamos, y otras que nos llevan a la muerte. Si tomamos Elvira como tal, Rubén Angulo realiza un trabajo sobresaliente que va más allá de una historia. Se desarrolla entonces la ficción mezclada con esa realidad de la que ya habla en un prólogo que, siendo escrito por el autor para hablar de él mismo, no es otra cosa que un primer paso para que lleguemos a la novela con la sensación de que el protagonista puede ser cualquiera.

     Pero volvamos al sótano. Allí tenemos a un hombre atrapado y angustiado que no sabe si sobrevivirá. Hablemos de un autor cuyo estilo ha evolucionado para marcarse más aún y de una novela con referencias literarias, atmósfera tensa y que merece no ser subestimada. Un libro tan áspero como recomendable.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias
     

sábado, 20 de febrero de 2016

Dedicatorias literarias


     Esto se presenta como una obra de ficción y no está dedicada a nadie.
     Charles Bukowski

     A casi todos, a casi nadie, a ti, dijo Roberto Juan Roz mientras Henry Miller se lo dedicaba directamente A ella..Para Don Delillo dijo Auster en Leviatan mientras Delillo decía Para Paul Auster en Cosmópolis. Y lo mismo hicieron Antonio Muñoz Molina y Elvira Lindo hace ya tiempo en sus libros, dedicándoselos el uno al otro.
     A María, a Elena, a Cristina, a mi madre, mi mujer, mi amante, mis hijos... lo cierto es que casi todos los libros, seguro que habrá alguno que no, comienzan con una dedicatoria que todos leemos pensando en quién será esa persona que se esconde detrás de unas letras. Quién ayuda, apoya o inspira, quién existe para la pluma que nos comenzará apenas unas páginas más allá, la historia que nos va a ocupar las próximas horas, días o incluso semanas. Y las leemos despacio, casi a media voz sabiendo que estamos ante la parte más íntima de una novela, el único lugar en el que podemos percibir algo del alma del autor, ya sea por su declaración sincera. A X, dijo Vargas Llosa en Travesuras de la niña mala, en memoria de los tiempos heroicos. Si cada libro tiene su historia, siempre me ha llamado la atención lo poco que se pregunta por sus dedicatorias.
Cumings en su libro de poemas decidió dedicar con un No thanks su obra a las 14 editoriales que lo habían rechazado, mientras que Camilo José Cela dedicaba La familia de Pasucal Duarte diciendo: Dedico esta edición a mi enemigos, que tanto me han ayudado en mi carrera.
No sé en qué momento comencé a fijarme en las dedicatorias de los libros. Supongo que un día, sin venir a cuento y mientras pensaba en a saber qué, me quedé parada en esa primera página durante más tiempo del preciso, y eso me llevó a releer estas primeras líneas en las que tal vez ponía:
Al imaginario lector que podría pagarme medio paquete de cigarrillos si comprara mi libro. Te advierto que no sólo no me identifico con ninguno de los personajes, sino que además, ninguno de ellos querría ser amiga... Cuidado con las sombras.
     Y al verme convertida en ese lector imaginario, me sentí aludida y decidí comenzar a apuntar estas dedicatorias que seguro guardan una historia. O tal vez fue Stephen King cuando habló al Lector Constante en su dedicatoria de La Torre Oscura. Lo cierto es que no lo sé, pero hay algunas que releo y apunto pensando en qué habrá detrás de esas escuetas palabras. Los momentos declarados o los que se esconden entre sus líneas. Esto no es para ti, dice Danielewski en su Casa de hojas. Y uno se pregunta a quién va dirigido, si es una directa o indirecta o simplemente un reto para cualquier lector que decida enfrentarse a esta curiosa obra. Gracias a estas pequeñas declaraciones sabemos que existe una mujer llamada Pilar que no dejó que muriera Saramago, él mismo lo declara en la primera página de El viaje del elefante. Hermosas palabras.

     La autora de El castillo ambulante dedicó su libro a un niño llamado Stephen que le pidió que escribiera un libro con ese título. Me pregunto si Stephen lo recordó al ver el título en una librería, si llegó a comprarlo, a leerlo a verse reconocido. Hay todo un mundo detrás de las dedicatorias.      Algunas son incluso una muestra del carácter o ingenio del autor. Ese hombre que dice Dedicado a la mala escritura no puede ser otro que Bukowski, no nos extraña. Como tampoco lo hace la frase de Tobías Wolf: Mi primer padrastro solía decir que con todo lo que no sé se podría llenar un libro. Aquí está. De hecho esta dedicatoria me hizo jugar con la más que improbable posibilidad de que su padrastro hubiera sido mi profesor de inglés en un momento determinado. O una reencarnación. El caso es que me hizo sonreír, como lo hiciera también Shannon Hale con su declaración A Colin Firth. Eres un gran tipo, pero estoy casada, así que creo que debemos ser sólo amigos. Esta también la releí, confieso, bastante sorprendida. Como podéis ver, hay dedicatorias para todos los gustos, y algunas incluso nos hacen soñar con sus secretos, los espacios entre sus letras y lo que significa para quien puso esas letras allí. Otros tal vez soñarán con ver su nombre impreso un día en un libro, pero no como autor, sino en esa primera página y cuando Rubén Bonifaz dice Aquí debería estar tu nombre, asienten en silencio pensando en lo que debe de ser verse justo antes de comenzar nuestra historia favorita. Quizás sueñen con abrir un día un libro cuya dedicatoria se dirija directamente a ellos; un poco como aquella que hiciera Neil Gaiman leyendo la mente de muchos de sus innumerables fans: Ya sabes como funciona esto. Coges un libro, saltas a la dedicatoria y descubres que, una vez más, el autor ha dedicado su libro a alguien que no eres tú. Y mientras el lector asiente, Gaiman continúa diciendo: No será así esta vez. Y sienta un escalofrío porque los libros tienen algo de sueños y por qué no soñar desde la primera página.

     Como ya he dicho, me gustan las dedicatorias. Lo que aún no he comentado es que me siento aludida en cada una de cada libro que leo y me gusta. No necesito que digan en voz alta lo que para mi es un secreto a voces y es que cada vez, cada libro que leo y me gusta, cada historia de la que me queda un trocito dentro y recuerdo en el tiempo, estaba escrita para mi. Si una historia me emociona, me llena, me hace pensar... es mía. Danielewski se equivocaba, ¡porque su libro si fue para mi!

     Y vosotros, ¿sois de fijaros en las dedicatorias de los libros?, ¿hay alguna que haya gustado especialmente?

     Gracias

     La dedicatoria se suprime a petición de parte
Juan José Arreola

viernes, 19 de febrero de 2016

Gallo de pelea. Charles Willeford


     "Primero cerré las ventanas y corrí el pestillo de la endeble puerta de aluminio. Luego encendí la luz del techo y ajusté la persiana veneciana. Sin corriente, dentro de la caravana hacía un calor sofocante. Fuera, bajo el sol de Florida, la temperatura era de unos treinta grados, pero ahí dentro, con la puerta y las ventanas cerradas, debía de rondar los cuarenta. Cogí un trapo de cocina y me enjugué el sudor que me empapaba la cara y el cuello, me sequé las manos y tiré el trapo al suelo. Antes de poner la jaula portátil de Sandspur en el sofá, comprobé que tenía todos los utensilios sobre la mesa."

     Publicado originalmente como libro de bolsillo en 1962, reeditado en tapa dura en 1972 y llevado al cine dos años más tarde; hoy traigo a mi estantería virtual uno de esos títulos que se han ido convirtiendo en libros de culto. Hoy traigo, Gallo de pelea.

     Conocemos a Frank Mansfield, narrador y protagonista de la historia. Tiene 32 años y se dedica a las peleas de gallos. Hace más de dos años estuvo a punto de conseguir ser nombrado el mejor gallero, pero le perdió su vanidad... y su bocaza y no lo logró. Desde entonces, Frank no ha vuelto a hablar, y no piensa hacerlo hasta no alzarse con el título.

     Las peleas de gallos están prohibidas en los Estados Unidos en este momento, pero no siempre fue así. Hubo una época en la que eran un espectáculo capaz de mover mucho dinero e incluso hoy, se sabe que siguen existiendo en la clandestinidad. De hecho, en 2014 la oficina del fiscal de Estados Unidos orquestó una operación para desmantelar este tipo de peleas y se rescataron más de 1.600 gallos. Si así siguen las cosas podemos imaginar lo que era esto hace no tanto tiempo. Y este es el mundo en el que nos mete Willeford en su novela. Y ya podemos empezar a acostumbrarnos, pensamos desde un impactante primer capítulo.

    Si me preguntaran lo que pienso de las peleas de gallos creo que no encontraría el adjetivo adecuado para un espectáculo así. Y por eso tardé en decidirme con esta novela. Sabía que iba a leer sobre gallos, galleros, espolones, dietas, ejercicios... y entrar en un mundo que ya de antemano me repelía.Sin embargo no podía evitar mirar el libro de reojo cada vez que pasaba por el estante, hasta que al final, me decidí a  dejarme embarrar. Como resultado me he encontrado con una narración directa, efectista, pulp a grandes ratos, que pese a la crueldad de las imágenes que nos puede estar representando, evita juzgar lo que allí nos explica. Willeford nos sumerge en este tipo de vida a través de su protagonista y, ya desde las primeras páginas, lo hace a la fuerza, como si nos metiera la cabeza bajo el agua sujetando con la mano para no dejarnos salir... pero sin llegar a ahogar. Porque también somos conscientes de que estamos ante un narrador que conoce lo que escribe  que hubiera podido ser mucho más cruel con el lector. Pero entonces hubiera perdido la fuerza de la narración, que no son los gallos ni las peleas; el verdadero gallo de pelea del que nos habla el título es su protagonista, Frank. Un hombre que no tiene nada, o que lo que tiene y a lo que se agarra es su honor. Un curioso sentido del humor que le puede permitir traicionar a una mujer, o cederla, pero que se muestra inflexible en cuanto a gallos se refiere. Un honor de gallero y un hombre que parece empeñado en limpiarse y conseguir su objetivo a toda costa. Ese es el Frank narrador que ha decidido no hablar y se comunica con gestos o notas haciendo pensar a la gente que es mudo y convirtiéndose, para su desdicha, en pilar de confidencias. Algo horrible, verse como una suerte de confesor improvisado de secretos que no pidió saber y de lo que el propio Frank se queja reflexionando sobre la incapacidad de hablar. Frank sobrevive con un objetivo y nos muestra un mundo eminentemente masculino en el que las mujeres no tienen más cabida que la de uso y disfrute, Frank no nos cae simpático y su autor tampoco lo pretende. Tiene un objetivo, sí, pero no busca una evolución y tampoco una redención, es, simplemente, un hombre. O algo tan complicado con un hombre con una vida extraña y un voto de silencio aún más extraño. Y eso es lo que le hace tan interesante y consigue llevarnos a lo largo de toda la narración.

     Gallo de pelea es un libro para leer sin prejuicios. No hay que pensar que estamos leyendo un manifiesto a favor o en contra de las peleas de gallos. Y tampoco que habla de una exaltación de este "espectáculo". Lo que el autor consigue es entrar dentro de este círculo cerrado y desconocido y mostrar sus códigos de honor y deshonor, las costumbres y la pasión que mueve a quienes se dedican a ello, los cocker, los galleros.
     Esta vez es un libro difícil de recomendar por la temática pero no por la calidad literaria. Muchas veces nos acercamos a libros movidos por la curiosidad por un tema o una ambientación que nos son desconocidos. Y ese es un motivo tan bueno como cualquier otro para acercarnos a un buen libro. Y Gallo de pelea, es un buen libro.

     Y vosotros, ¿sois de los que también os acercáis a los libros movidos por la curiosidad por su ambientación o periodo en el que se desarrolla, contexto...?

     Gracias

   

miércoles, 17 de febrero de 2016

El cazador de la oscuridad. Donato Carrisi


     "Venimos al mundo y morimos olvidando.
     Lo mismo le había sucedido a él. Había nacido por segunda vez, pero antes tuvo que morir. El precio era olvidar quién había sido.
     Yo no existo, seguía repitiéndose, porque era la única verdad que conocía."

     Todo son modas, incluida la literatura. Y la novela negra asociada a la iglesia, secretos romanos y alzacuellos vivió hace ya unos cuantos años un momento de esplendor que nunca ha dejado de estar presente. Ahora Carrisi parece empeñado en volver a poner de moda esta localización y cada vez son más los lectores que se dejan guiar por su voz. Hoy traigo a mi estantería virtual, El cazador de la oscuridad.

     Conocemos a Marcus, sacerdote penitenciario, una orden casi extinta. Le llaman al Vaticano cuando aparece el torso de una monja muerta en una ubicación tan vigilada como inexpugnable y le dan un único encargo: encontrar al culpable en silencio... y fuera de los muros de la ciudad estado. Mientras la ciudad de Roma se ve asolada por una serie de violentos asesinatos de parejas y Marcus se verá empujado a seguir el crimen junto a Sandra, una fotógrafa de la policía.

     Hay novelas que no pretenden pasar a la historia de la literatura. De hecho, yo creo que la inmensa mayoría no lo pretenden. Y, dentro de estas, hay unas cuantas que buscan entretener al púlbico, conseguir que nos apetezca seguir leyendo una trama enrevesada y ágil en la que ni siquiera nos preguntamos por la verosimilitud de lo que se relata. coherencia, ritmo, giros y alguna que otra escena impactante. al menos así parece haber concebido Carrisi esta serie de la que nos llega ahora su segunda entrega tras El Tribunal de las Almas y en la que, realmente no importa haber leído las anteriores para poder disfrutar de la historia.
     La Iglesia, esa iglesia con mayúscyulas rodeada de secretos insinuados, y órdenes apenas conocidas guardiana del mundo, goza de un protagonismo compartido junto al asesino que recorre la ciudad. Solo que en lugar de hablar del bien y el mal, nos coloca a un investigador que tiene tantos misterios para sí mismo como para el lector. Un sacerdote cuya vida es un misterio y con una misión que seguiremos sin aliento por iglesias, cafés míticos y calles oscuras. Junto a él aparece una protagonista marcada por el pasado que también parece tener algún esqueleto en el armario, consiguiendo de este modo un equilibrio en una relación inexistente entre ambos y también, para qué negarlo, interesar al lector.

     El cazador de la oscuridad es una novela negra al estilo de aquellos años noventa en los que no sacábamos la nariz de libros y lo natural y lo sobrenatural, la fé y los grandes secretos, se paseaban por las librerías. Una buena opción para pasar unas cuantas horas entretenidos. sin pensar en nada más.

     Y vosotros, ¿fuísteis de los que sucumbieron a intrigas vaticanas?

     Gracias

martes, 16 de febrero de 2016

Vida de familia. Akhil Sharma


     "Mi padre es tristón por naturaleza. Se jubiló hace tres años y no habla mucho. Si se le deja solo puede guardar silencio durante días. cuando esto ocurre empieza a rumiar, empieza a pensar cosas extrañas. Hace poco me dijo que yo era egoísta, que siempre lo había sido, que cuando era un bebé me echaba a llorar en cuanto él encendía el televisor. Tengo cuarenta años y él tiene setenta y dos. Cuando me lo dijo empecé a hacerle cosquillas. Yo estaba en casa de mis padres en Nueva Jersey, en un sofá de su cuarto de estar."

     Las listas son terroríficas. Un libro que aparece, por ejemplo, entre los 10 mejores de la lista de The New York Times, genera unas expectativas que muchas veces son difíciles de cumplir. Hoy traigo a mi estantería virtual,  Vida de familia.

     Conocemos a la familia Mishra, protagonista de la historia, mientras aún vive en Delhi, a mediados de los 70. En ese momento de incertidumbre tienen dos hijos, Birju y Alay, el menor y protagonista de la historia que está acomplejado por la sombra que proyecta su hermano. sin ser conscientes de la situación real de su país, viven como una aventura que su padre de vaya a Estados Unidos, y la aventura se convertirá en algo real cuando les envíe los billetes para que se reunan con él en un país desconocido lleno de costumbres ajenas.

     Pudiera parecer que Vida de familia es un relato de inmigrantes y de su adaptación, pero es mucho más que eso. La familia protagonista no sólo se ve en un país extraño, con un lenguaje extraño y un entorno diferente, la vida, además, decide sacudirles desde los cimientos. Y eso es justo lo que nos cuenta el hermano pequeño narrador de la historia. La novela, recortada por el autor hasta un extremo que4 os sorprendería, nos relata en unas doscientas páginas la visión de este niño de una vida injusta para cualquiera. Y será precisamente este niño el que introduzca una nota de humor negro de vez en cuando, y el que hable con una cierta ligereza que permiten que la novela no sea un drama lacrimógeno, sino una historia de supervivencia con momentos duros y otros de una ternura capaz de desbordar al lector.

     En Vida de familia asistimos al cambio, a la diferencia que unos padres hacen entre sus dos hijos y también veremos como el mayor, el favorito, el que destaca, sufre un accidente que lo deja postrado sin posibilidad de recuperación. De repente pasamos de una historia en la que una mujer ve por primera vez unos vaqueros, a otra en la que la misma mujer se vuelve enfermera devota, casi santa para un entorno que se ha convertido en un pequeño guetto de supervivientes. Asistiremos a las distintas formas de tomarse la noticia, el padre desanimado que se deja caer, el hermano pequeño que se esfuerza sin parar buscando ser la sombra de quien ahora es justamente eso, una sombra en una cama con olor a enfermedad. Vida de familia es justamente eso, una lucha constante contada sin afectación, una manera de lidiar con lo que la vida nos tiene previsto y también una sucesión de momentos que van desde la torpeza infantil de pensamientos poco adecuados, a los momentos de ternura de quien toma como confidente a un hermano que ya no escucha.

     Una vez más me hubiera gustado un poco más de extensión. No he echado en falta como he visto en otras opiniones, más profundidad ya que entonces perdería la credibilidad el narrador, cosa común en este tipo de libros. Y me quedo, qué duda cabe, con los poliédricos padres de esta familia. Un libro que roza el corazón del lector.

     En definitiva es un buen libro que puede verse perjudicado por la expectativas. Para leer y disfrutar sin pensar en los mejores ni en los peores. Como cualquier otro libro.
     Y vosotros, ¿alguna vez os han traicionado las expectativas que teníais en un título estropeando su lectura?

     Gracias

lunes, 15 de febrero de 2016

Rosy & John. Pierre Lemaitre


     "El encuentro fortuito que da un vuelco completo a tu vida, la placa de hielo traicionera, la respuesta que se pronuncia sin pensar... Las cosas decisivas ocurren en menos de una décima de segundo."

     Lemaitre y su detective de escasa estatura nos han tenido intrigados desde Irene y ahora llega la tercera entrega en su versión menos extensa. Hoy traigo a mi estantería virtual, Rosy & John.

     Esta vez la ciudad estalla en un terrible atentado y el autor del mismo elige a Verhoeben para hablar con él. Está solo y tiene claras sus condiciones, que le dejen vivir con su madre ahora en la cárcel. En caso contrario, París seguirá estallando.

     Lemaitre nos deja su libro más corto, y también el más intenso y posiblemente diferente de los tres. Empieza fuerte con la primera explosión consiguiendo transmitir al lector esa sensación de tiempo estático mientras todo cambia, en ese segundo exacto en que se produce la detonación. A partir de aquí, no esconde al autor, al contrario. Éste se expone y decide acudir a comisaría para hablar con el policía más mediático, que se ve empujado sin quererlo a un caso que ya desde el primer momento se antojaba difícil.
     Esta vez sí que conviene haber leído los anteriores y también, a poder ser, no investigar sobre si hay o no más una vez finalizado el libro, no vaya a ser que uno se tropiece con la frase equivocada y descubramos antes de tiempo algún dato vital. Precisamente por eso voy a tener cuidado en separar tramas.

     En poco más de cien páginas, dicen las malas lenguas que el formato y extensión del libro fue motivado por una suerte de reto, Lemaitre es más visual que nunca ahorrando descripciones extensas para introducir términos de gran efecto que identifiquemos rápido. tuvo que escribir inicialmente el libro para smartphones, limitando los capítulos a 3 pantallas, que es el tiempo que se tarda en hacer un trasbordo en cualquier lugar que no conozcan la linea 6 del metro de Madrid. El resultado es un libro entretenido en el que se percibe una falta de tiempo o de extensión para ganar profundidad. Esta vez no he salido con una sensación tan satisfactoria ya que no lograba terminar de entender las motivaciones, y me sentía como si simplemente me las estuvieran exponiendo. El famoso "te valga o no es mi personaje y lo hace porque yo lo digo" que suele asomar cuando se perciben las prisas. Y eso es algo que se echa en falta cuando el autor nos sorprende con una motivación original, lo fácil hubiera sido hablar de políticas y fanatismos ya que hablamos de atentados, pero Lemaitre opta por lo personal, lo individual. Algo que, tengo que reconocer que me ha gustado, se ha desmarcado de lo común, lo manido que hubiéramos aceptado forazos por el uso y la costumbre.
La historia del propio Verhoeben tampoco se desarrolla mucho más allá de lo que ya conocemos, en realidad nada de este libro se extiende más de lo necesario. Quizás ese sea su rasgo más caracterísitico.

     Rosy & John es un libro entretenido, para leer de una sentada, que, al igual que sus predecesores, busca colocar a Verhoeben en un lugar privilegiado en este reñido mundo de la novela negra.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias

jueves, 4 de febrero de 2016

Viajes



    Esta ha sido, qué duda cabe, una semana corta.

     Empezaba con la noticia de una recomendación en VOGUE de la cuenta de Instagram asociada al blog y la termino el jueves con un pequeño viaje.

    Dicho esto, regreso el miércoles de la próxima semana, pero no desaparezco. Hasta ese momento, estaré leyendo #ontheroad como muchos ya sabéis y lo haré:

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     Gracias

miércoles, 3 de febrero de 2016

Una lección de vida y muerte. Belinda Bauer


     "No había dejado de llover en todo el verano y el estrecho arroyo que dividía Limeburn bajaba con el mayor caudal que hubiera visto Ruby Trick en sus diez años de vida.
     Normalmente, el cauce que marcaba el fondo del barranco discurría con unos treinta centímetros de agua impetuosa y cantarina. Suficiente para mojarte las rodillas, pero no las bragas."

     Tras Morir no es tan fácil me quedó la curiosidad por leer algo más de la autora, así que cuando vi este título tuve pocas dudas, aunque como en el caso anterior tuviera que traerme una cubierta con un diseño tan peculiar. Hoy traigo a mi estantería virtual, Una lección de vida y muerte.

    Conocemos a Ruby Trick, una niña de diez años, que vive en un pueblo costero junto a unos padres que atraviesan una mala racha. Su padre no encuentra trabajo y su madre acumula horas trabajadas en un hotel para poder seguir adelante, dejando a su marido e hija solos muchas horas. Así que Ruby, inocente, con un cierto sobrepeso y muchas preguntas en la cabeza, se acerca cada vez más a su padre intentando por todos los medios complacerlo. Es entonces cuando comienzan las agresiones a mujeres jóvenes, que son obligadas a desnudarse y llamar a sus madres para que escuchen como las asesinan. La vida en el pueblo se ve sacudida con estos sucesos y Ruby, pese a su corta edad, saldrá con su padre a hacer patrullas nocturnas en busca del asesino.

     "Todo asesino debe aprender a serlo" reza en la cubierta del libro y eso será justamente a lo que asistamos durante gran parte de la novela. Lejos de esas novelas que comienzan con un asesinato en la primera página, en esta ocasión comenzaremos conociendo a la niña protagonista. Una niña que, además de ser el personaje mejor construido de toda la novela, pronto se gana al lector. No será una niña profética, ni un sabio con cuerpo de preadolescente. De hecho es justo lo contrario, estamos ante una niña inocente cuya visión de lo sucedido nos arrancará alguna sonrisa (eso sí, muy provablemente será una sonrisa algo triste) por la situación que vive en casa y sus desesperados intentos por sentirse querida y arropada. Una madre ausente, un padre misógino y bebedor, al que la autora no cae en la tentación de hacerle traspasar la línea de lo verbal, y un incipiente primer amor, convivirán en la cabeza de Ruby junto con la tarea de escribir un diario escolar en el que ir narrando su día a día, por aburrido que la pueda parecer a ella lo que la sucede.

     Conoceremos por otro lado los hechos dramáticos: los asesinatos. Y este es el punto en el que descubrimos el aprendizaje del asesino, la evolución, los pensamientos: los motivos. Unas muertes sin agresión sexual, pero con una agresión sentimental tremenda al ser obligadas las jóvenes a llamar a sus madres. Una situación que hace mella en todo el pueblo que parece estar esperando otra víctima con la misma tensión que se puede esperar una crecida por las lluvias.

     La ambientación es otro factor que Bauer sabe utilizar para cargar sus letras. Casi siempre llueve, y la mayor parte de los hechos se producen sin demasiada luz. Es más, pronto nos vemos encerrados en un lugar que, o bien se verá invadido por el agua, o por el bosque, o por los terribles sucesos que le acechan. De este modo, y a un ritmo lento y constante, nos dirige hacia un final que dudo que sorprenda a ningún lector, pero que no decepciona. Es justo el final que merece la novela, y cualquier otro, por muy sorprendente que hiciera la trama, no hubiera sido satisfactorio tras la lectura.

     Dicho esto pudiera parecer que la novela es una gran obra, pero decir eso sería faltar a la verdad. Lo cierto es que he echado en falta conocer un poco más de los personajes, sobre todo de los protagonistas, y que sus motivaciones no fueran "liquidadas" en apenas dos o tres líneas. Además, y sin que sirva de precedente, me ha sorado casi toda la parte policial. Me importaba bastante poco la historia del policía y su novia o prometida o desprometida. Es de estos casos en los que, si me centro en la mirada infantil, no necesito que me hablen adultos de según qué maneras.

     Una lección de vida y muerte es una novela muy entretenida cuya lectura se disfruta, pero que deja un regusto decepcionante al tener la sensación de estar ante un libro que hubiera podido dar mucho más de sí.

     Siempre pregunto por cosas positivas, pero nos encontramos con lecturas de todo tipo. ¿Cuál fue el último libro que os dejó con la sensación de haberse quedado corto?

     Gracias

martes, 2 de febrero de 2016

El bigote. Emmanuel Carrère


     "- ¿Qué dirías si me afeitara el bigote?
    Agnès, que hojeaba una revista en el sofá del salón, soltó una breve risa y después contestó:
     - Sería una buena idea."

     Lo cierto es que mi relación con Carrère es irregular, pero cuando vi que había una película sobre este libro dirigida por el propio autor, la tentación fue demasiado grande como para no caer en ella. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, El bigote.

     Un hombre de mediana edad, casado y con un matrimonio feliz y sereno y una vida relajada, decide gastar una broma a su mujer afeitándose el bigote mientras ella hace unas compras. Años con bigote y en apenas unos minutos ha desaparecido, y el hombre espera la reacción de su mujer y, por extensión, del resto del mundo. A fin de cuentas, es sólo una broma, y crecerá otra vez en unos días. La mujer llega y no nota ningún cambio... es más, afirma que jamás le vio llevar bigote, produciendo con sus palabras un perturbador impacto en nuestro protagonista. La broma, de repente, ha dejado de tener gracia.

     A priori puede parecer pueril escribir un libro que verse sobre el hecho de afeitarse un bigote, lo sé. Pero son precisamente este tipo de detalles cotidianos, los que marcan las vidas, los que nos acompañan a lo largo de nuestra vida, y es en ellos en los que se demuestra la capacidad de un escritor a la hora de crear y sostener una historia. Eso es lo que hace Carrere utilizando la excusa de un afeitado para convertirnos por un mundo tortuoso en el que el protagonista llega a dudar de la cordura. Y Carrère juega y nos pregunta a través de los pensamientos de su protagonista, ¿la locura de quién? ¿Tuvo realmente un bigote como el nos afirma o es la mujer la que sufre un trastorno de la personalidad? De este modo se permite caer en un bucle laberíntico y perturbador en algunos momentos para dar pie a una incertidumbre que nos acompañará a lo largo de esta novela corta.
     No diré que es una obra maestra, pero si que causa un profundo impacto durante su lectura el hecho de no tener un suelo sobre el que sostener la seguridad de quién tiene razón en esta historia que se verá apoyada por testimonios de amigos, compañeros e incluso desconocidos sobre la existencia del ya famoso mostacho.

      El bigote es una novela sobre la realidad, y lo que no es la realidad, sobre las propias seguridades y también algunos miedos en las vidas de personas aparentemente normales. A veces, reflexionamos durante su lectura, basta una gota para hacer derramarse un vaso, y sólo necesitamos un pequeño detonante para que se tambalee un mundo en el que creíamos firmemente hasta hace apenas unas horas. Una lectura convincente, descabellada y retorcida no exenta de algunos momentos en los que se aprecia un sutil sentido del humor.

     En definitiva, una novelita francamente entretenida con la que me he llevado una grata sorpresa.
Y vosotros, ¿cuál ha sido vuestra última sorpresa literaria?

     Gracias

lunes, 1 de febrero de 2016

La hoguera pública. Robert Coover


     "Aquel miércoles por la mañana estaba con el presidente en su rueda de prensa, cuando William Douglas, el magistrado disidente del Tribunal Supremo, soltó la bomba sobre el caso de los Rosenberg. Todo había procedido según lo planeado, se habían agotado las apelaciones, las ejecuciones de los Rosenberg estaban programadas para la noche siguiente y Eisenhower había convocado a la prensa el día anterior para confirmar los detalles y recordar a la nación: "¡Creo que en este mundo no hay rival tan implacable con otra la teoría comunista como yo!"

     Que una editorial que lleva por nombre el título de una de las hoy consideradas como grandes novelas contemporáneas, cuide su catálogo rescatando grandes nombres que requieren una cierta valentía, parece lo propio. Hace honor de hecho al nombre elegido. Por eso no es extraño que últimamente hayan asomado a mi estantería virtual unos cuantos títulos suyos. De hecho, hoy se suma otro, ya que hoy traigo a mi estantería virtual, La hoguera pública.

     El 19 de junio de 1953 el matrimonio de origen judío Rosenberg fue ejecutado tras haber sido acusados de espionaje para la URSS. Una época convulsa en la que se forma un circo que parece encaminado a que este matrimonio sea una suerte de chivo expiatorio público. Para llevar el hilo de la historia y tomar el pulso a cada suceso, nos acompañará un, a ratos narrador, Richard Nixon, un tío Sam convertido en personaje y El Fantasma del comunismo.

     Robert Coover fue uno de mis descubrimientos del año pasado. Un escritor inteligente con una prosa brillante que experimenta con las narraciones en cada título. En esta ocasión, busca un momento histórico relevante para el autor en su país y nos deja una historia que otros hubieran enfocado desde la realidad. Sitúa, para empezar, la ejecución como una suerte de espectáculo público en pleno Times Square para dejarnos una sátira plagada de nombres reales y situaciones que ocurrieron, pero cuyo recorrido sigue fielmente el gusto del propio Coover. Para ellos utilizará un narrador de situación, que nos vaya dejando datos y colocándonos local y globalmente, y otro que participa activamente en la historia y que es, nada menos, que el propio Nixon. Un personaje único, del que disfrutamos cada palabra. Un hombre lisonjero e inseguro que no tiene armas sociales, salvo si acaso la charlatanería, con una malicia que se percibe a todas luces y un ansia de poder mal disimulado. Un hombre que nos llega bajo el mandato de Eisenhower y que se coloca bajo el foco narrativo convirtiéndose en un personaje inolvidable y crucial con el que disfrutar. Un personaje del que podría seguir hablando páginas pero que es mejor que descubráis vosotros, un hombre al que Coover completa en la ficción dotándole de los rasgos precisos, de la duda, convirtiéndolo en determinante pese a que se vea acompañado del Tío Sam y de El Fantasma.
El Tío Sam por su parte, es casi una caricatura del espíritu norteamericano, un dibujo andante con pañuelo moquero azul, rojo y blanco que se pasea campechano y buhonero, charlatán a ratos molesto por sus palabras y que se ve acompañado por ese fantasma comunista, alter ego de un pensamiento.

     El autor con todo esto y unos cuantos datos más, nos deja una novela tan brillante como inclasificable, una ficción histórica en la que los hechos toman los derroteros que personalmente decide el autor y que nos muestran un momento y una exageración de la sociedad.

     Leer a Coover es disfrutar, olvidarse del término posmodernismo literario y dejarse llevar en ese tiovivo que suponen sus novelas sabiendo ya en la primera lectura, que en algún momento tocará releer para captar cada matiz. La hoguera pública es una sátira, un juego de luces realmente bueno. Quede para Coover toda mi admiración.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semzna?

     Gracias